miércoles, 23 de noviembre de 2011

Nada más importa


8th Entrada final
Miraba a los ojos al soldado estadounidense que me estaba apuntando. Sabía lo que tenía que hacer en ese momento, Así que tiré la pistola que estaba sosteniendo, y de inmediato, el soldado me golpeó en la cabeza y yo caí al suelo. Posteriormente una pequeña explosión se desató en el lugar, haciendo que el soldado perdiera el equilibrio y cayera. Eso lo aproveché muy bien, me levante del suelo, cogí su arma y le disparé repetidamente en la cabeza, dandole una muerte rápida y sin dolor. Estaba cubierto de sangre y me sentía un poco mal por lo que acababa de hacer, pero si es pecado arrebatarle la vida a un soldado  que maltrataba personas inocentes, entonces soy culpable.

Después fui a buscar a mi madre que se encontraba en las trincheras refugiándose. La miré a los ojos y simplemente le dije: “¡Vámonos!”. Estábamos escapando del lugar, junto con las decenas de prisioneros que intentaban huir de ahí. Al parecer, estábamos huyendo hacia una muerte segura, pues nos dirigíamos al campo de batalla. Por lo tanto decidimos tomar otro camino, así que observé a lo lejos una camioneta militar, y sin pensarlo dos veces, caminamos hacia ella para  escapar sanos y salvos.

Por suerte estaban las llaves dentro, y el soldado que la conducía, muerto. Nos subimos en la camioneta y nos dirigimos hacia la salida. Todo era un verdadero caos, pues estaba siendo atacada la base militar estadounidense, con todo y los prisioneros. No podía quedarme a ayudar a los demás, aunque lo deseaba con toda el alma, pero ahora solo me importaba poner a mi madre a salvo del ataque.

Saliendo del lugar, fuimos interceptados por otra camioneta. Al parecer no eran estadounidenses, pero no sabían que nosotros tampoco lo éramos. Nos bajaron violentamente y nos sometieron contra el suelo. A lo lejos se oyó una voz que dijo: “¡Alto!”. Me alegré al saber que eran Alberto y el equipo alfa de la resistencia los que estaban atacando la base estadounidense.

De inmediato me dijo que me fuera, que era muy peligro estar en este lugar, así que ordenó que se llevaran a todos los prisioneros rescatados a un lugar seguro. Una camioneta llena de prisioneros y heridos estaba a punto de partir. Lamentablemente solo había espacio para otra persona más. Sin pensarlo dos veces, subí a mi madre en la camioneta. Le dije que no se preocupara por mí, que me quedaría aquí esperando otro transporte para poder salir.

Di media vuelta y me refugié en una trinchera, esperando ansioso el transporto que me llevaría a salvo, pero de pronto, se escuchó a lo lejos el estruendo de un poderoso avión que se acercaba rápidamente. Alcé la mirada y vi el jet sobre nosotros. Creí que había pasado el susto cuando se alejó, pero vi como lanzó un misil en la dirección donde se fue la camioneta donde estaba mi madre.

Posteriormente solo vi una explosión a lo lejos seguida de una densa nube de humo. No sabía lo que había pasado, pero en ese momento solo pensaba lo peor: había sido destruida la camioneta donde viajaba mi madre. Estaba completamente anonadado e inconsolable. No puede ser que después de todo, no valió para nada mi esfuerzo. Definitivamente ya no tenía ninguna razón para seguir sufriendo esta agonía. Así que me dirigí hacia el campo de batalla con un montón de granadas, a ver qué pasaba.
Continuara...

lunes, 14 de noviembre de 2011

El dia que nunca llega

7th Entrada final.
“Tenía miedo. Me estaban apuntando a la cabeza con una pistola. Simplemente cerré los ojos esperando que todo termine, pero al mismo tiempo me sentía decepcionado. Había llegado tan lejos para al final morir en la línea.”

Sweet dreams” (dulces sueños). Fueron las palabras que escuché del soldado norteamericano que me estaba apuntando a la cabeza. Estaba por apretar el gatillo cuando de pronto; una alarma alertó a todos los soldados que se encontraban allí. No sabía qué estaba pasando pero el soldado que estaba frente a mí, simplemente me pateó dejándome con vida.

Posteriormente, otro soldado me llevó a un enorme campo donde se encontraban cientos de prisioneros, obligados a hacer diversas labores. El soldado me aventó y me dijo: “Ahora cava o te mueres”.

Obedecí sus ordenes para no pertenecer al montón de cadáveres que estaban apilando en una esquina. En verdad eran tan sanguinarios los norteamericanos, pues en el tiempo que transcurrí ahí, nunca había presenciado tanta violencia y crueldad en toda mi vida. Veía como eran sometidas las personas, sin importar género, edad o religión. Las mujeres eran obligadas a construir trincheras, preparar el alimento y limpiar los desechos; los niños eran usados para practicar la puntería como tiro al blanco y también ayudaban a las mujeres; los hombres eran utilizados en el frente de batalla como carnada para enemigos. En verdad era tan deshumano el comportamiento de los soldados.

Si quería seguir con vida, tenía que hacer lo que me ordenaban. Al principio pensaba que ya no servía de nada seguir con vida, pero algo en mi interior me animaba a seguir adelante, a mantenerme un poco más con vida, así que obedecí todas las ordenes. Después de haber cavado por varias horas, vi a lo lejos la silueta de una mujer agotada por el trabajo y me acerque a ella lentamente. “No puede ser. se parece a mi madre”. Fue lo que dije al caminar hacia ella. Alzo la mirada y me vio a los ojos; de inmediato supe que era mi madre. No pude ocultar mi júbilo al reencontrarme con ella. La abracé fuertemente como si no hubiera otro día para hacerlo. Por un momento había recuperado la esperanza, pues estaba de nuevo con mi madre y no me importaba lo que pasara por que al final estaba a su lado.

“Te prometo que te sacaré de aquí”, fue lo que le dije al verla llorar inconsolablemente. No soportaba ver sufrir así a mi madre. Le prometí algo casi imposible: salir de ahí con vida. Yo mismo sabía que era un verdadero milagro, pero mientras más pensaba en nuestra libertad, más ganas me daban de seguir adelante. Al fin y al cabo, la esperanza es lo último que muere. Así que le prometí que veríamos aquel día donde el sol brillara de nuevo, donde la violencia será solo un recuerdo, en donde el amor ocupara un lugar en nosotros en cada instante.

“Fe”. Es lo último que me queda ahora. Simplemente esperar un milagro, cuando de pronto apareció…
Eran las tres de la madrugada cuando se escuchó una tremenda balacera en las afueras. No sabía lo que estaba pasando, pero ya no quería permanecer ni un minuto más en este campo de concentración. Así que en un descuido del soldado que nos vigilaba, durante una fuerte explosión, tome su arma y le apunte. Pero de inmediato, él desenfundo una pistola y me apunto. Estaba muy nervioso, no quería matar a otra persona, pero en esta ocasión
era matar o morir.

miércoles, 9 de noviembre de 2011

Dulces sueños


6th Entrada Final 
(05 de Febrero 2012)
No sé en donde estoy. Parece que me encuentro en un oscuro laberinto sin salida. Es como si estuviese en un mal sueño, del cual no puedo despertar.
Todo parece tan tranquilo y silencioso, pero a la vez muy escalofriante. Estaba atrapado en este lugar, hasta que escuche una voz qué me atrajo a un pequeño rayo de luz. Entonces desperté.”

“¡Wake up!”…
Fue lo primero que escuche al despertar. Estaba atado de pies y manos dentro de una camioneta militar, tenía un fuerte dolor en la pierna izquierda y estaba sangrando de la cabeza. “¿Qué había pasado?”

De inmediato me di cuenta que estaba rodeado de soldados estadounidenses. Tenía mucho miedo, pues seguramente había sido capturado por ellos. Tenía una venda en los ojos, por lo que no pude percibir muy bien a donde nos dirigíamos. Sólo sentía los golpes que me estaban propiciando uno de ellos y la pistola apuntándome en mi cabeza. En verdad sentí mucho miedo.

Después de cierto tiempo, pude percibir que nos detuvimos en un lugar y me bajaron brutalmente de la camioneta. Aun tenía la venda en los ojos y no pude ver nada. Lo único que me percate es que se escuchaba a lo lejos, el lamento de hombres agonizando. No quería saber por lo que estaban pasando.

Me quitaron la venda y me llevaron a un enorme campo de concentración; en donde se encontraba en la gran mayoría a mexicanos que habían sido capturados. A todos los habían revisado y les colocaban una pequeña marca en el brazo para identificarlos. Habían hecho una fila para marcar a los mexicanos recién capturados y yo me encontraba en ella.

Pero de pronto nos sacaron de formación, hicieron que nos arrodilláramos y nos apuntaron con una pistola en la cabeza. Al primero de la fila, solo por ver a los ojos a un soldado estadounidense, le dispararon de inmediato en la cabeza. “¡Dios mío!” fue una escena en verdad aterradora. Por temor a que me pasara lo mismo, agache la cabeza y recé por mi vida.

Después de eso, otro soldado nos pregunto: “¿Fear of the death?” (¿Temen a la muerte?), el siguiente hombre que seguía de la fila se quedo cayado. Y le dispararon en medio de los ojos. Yo estaba muy asustado, pues era el cuarto de la fila y estaba viendo morir personas a mi lado. Al siguiente hombre le dijo: “¿And you?” (¿Y tú?), de igual forma se quedo cayado y con la misma frialdad, le dispararon en la frente.

Estaba temblando y seguía arrodillado con la mirada hacia abajo. El mismo soldado se paro frente a mí, me apunto en la cabeza y me dijo: “Look me” (mírame). Alcé la mirada y vi en su rostro una sonrisa de plena satisfacción. Puso los dedos en el gatillo de la pistola y me dijo: “Sweet dreams”…

lunes, 7 de noviembre de 2011

El enemigo de mi enemigo, es mi amigo

5tha Entrada Final.
(02 de Febrero 2012)
“Me encuentro en un oscuro abismo y no sé cómo salir de allí. Todo parece indicar que estoy solo y no hay vuelta atrás. Tengo que seguir adelante hasta el final de este oscuro túnel; sé que al final encontrare la luz del amanecer y se terminara la tormenta para siempre. Puedo también retroceder en el camino, evitarme todas las penas y tirar a la basura todo por lo que he luchado, pero eso no es una opción para mí”.

He llegado a Estados Unidos, tras un arduo camino a través de un enorme túnel subterráneo, que construyeron seguramente con intenciones ilícitas para el tráfico de drogas, armas o dinero. Nos hemos separado en dos grupos: yo me encuentro con Alberto, su tío Adolfo “el führer” y treinta hombres armados, mientras que el otro grupo constaba de veinte hombres armados y Jorge, el hijo del líder

Nuestro grupo se dirige a un punto al sur de Texas, cuando de pronto… Escuchamos un helicóptero acercándose rápidamente. ” ¡Todos al suelo!” grito Alberto. El terreno era árido y con muchas piedras alrededor, por lo que fue fácil esconderse por un momento. Recostados, esperamos a que el helicóptero se alejara lo suficiente para poder seguir nuestro camino. No sé por qué, pero ese momento me pareció muy emocionante. Segundos después, se alejó el helicóptero completamente, nos pusimos de pie y Adolfo, el líder del cartel, nos dijo: “Estamos en guerra y estamos en territorio enemigo, así que tengan mucho cuidado. La próxima vez que vean a alguien desconocido, disparen primero y luego pregunten.”

Después de un rato, habíamos llegado a una residencia casi en medio del desierto, donde nos esperaba un grupo de personas que se hacían llamar a sí mismos “la resistencia”. Era un grupo que se dedicaba a hacerle frente con un pequeño ejército de hombres armados a los diferentes asentamientos del enorme ejército estadounidense.

Desde hace una semana, no teníamos idea de lo que estaba pasando en el resto del mundo, así que el líder de la resistencia (un ex comandante del ejército mexicano llamado Edgar Moctezuma Rodríguez) nos puso al tanto de la situación actual.



Resulta que estamos en plena tercera guerra mundial. Tras la declaración de guerra de Estados Unidos a México, varios países lo vieron como una oportunidad para arreglar varias cuentas, o simplemente para aprovecharse de la situación. Japón, entro de lleno en esta guerra. Según nos informan, porque el ejército estadounidense asesino brutalmente a cuatro personas de origen japonés, todo esto, por que trabajaban en un restaurante con dos mexicanos. Así que firmó un tratado de alianza con México. Japón apoyaba completamente a México, junto con otros países de Asia como Irán, Irak, Afganistán, y Pakistán. Con la frase: “El enemigo de mi enemigo, es mi amigo”. También a esta lista se agregaron países de Sudamérica, como Venezuela, Bolivia, Chile que apoyaban a México, así como también el Salvador y Cuba.
Por lo tanto, Estados Unidos contaba con sus tres poderosos aliados: Canadá, Inglaterra y Francia.
Mientras nos estaba contando lo que estaba sucediendo en el resto del mundo, de repente, una ráfaga de balas cayó en contra de nosotros. De nuevo gritaron: “¡Cúbranse todos!”. Fueron dos segundos donde me quede completamente inmóvil, sin saber qué hacer, pero de repente reaccione y me cubrí atrás de una camioneta. Nos estaban atacando, nuestro grupo se estaba defendiendo y yo estaba muerto de miedo. Nunca había escuchado tantos disparos tan cerca de mí. Fue un temor inimaginable. En cualquier momento una bala podría golpear mi cabeza. No sabía si moriría en ese momento o viviría para contarlo.

Estaba tirado cubriéndome, cuando de pronto, escuche una explosión, me levante y vi una densa nube de humo de donde provenían los disparos. Habían arrojado una granada hacia los malditos. Quería retirarme del lugar, pero Alberto me vio, me dio un rifle y simplemente me dijo:” ¡Dispara!” Así que, asustado, lo hice para poder salvar mi vida.

De repente, escuche un tremendo estallido, me zumbaron los oídos y todo se nublo completamente. Lo último que recuerdo es que corrí muy rápido disparando hacia todas direcciones y de repente: me apagaron las luces. Me encontraba en un estrecho de oscuridad infinita. No sabía lo que había pasado...

miércoles, 26 de octubre de 2011

Bienvenido al infierno


4th entrada FINAL

(22 de enero 2012)
Ha pasado casi un mes desde que mi mundo se vino abajo, desde aquella noticia que cambiaria mi vida para siempre, y que todavía aún no logro asimilar. Parece que todo es un sueño, o más bien, una pesadilla. Quisiera poder despertar dándome un tiro en la cabeza, para ya no tener que preocuparme de nada. (Como lo pensé muchas veces antes, pero nunca tuve el valor de hacerlo).
Pero, ya no puedo pensar así. Ahora más que nunca me necesita mi familia y no pienso dejarla sola. Mientras tenga algo por quien luchar, prometo nunca rendirme”.

El viaje hacia la frontera de Estados Unidos ha sido un verdadero caos. Mientras se corrían rumores de que México estaba al borde de la guerra. El Gobierno lo negaba sínicamente diciendo que todo está bajo control y que no debemos alarmarnos. Hasta que Estados Unidos afirmo esos rumores. Le declara oficialmente la guerra a México. Todo el país estaba anonadado y muerto de miedo por la noticia. exigían respuestas al Gobierno mexicano de cómo llego a suceder esto, pero si el mismo Gobierno mexicano no sabía cómo reaccionar ante tal situación, y los ciudadanos mucho menos.

Nadie sabía lo que realmente estaba pasando, ni los periodistas que se encargan de descubrir la verdad. A los noticieros les tienen prohibido transmitir cierto tipo de información, no nos dejan saber lo que está pasando. Recuerdo aquellos días donde pasaban en la tele todo lo que queríamos escuchar; como cuando ganaba México a no sé qué país de África, o los estúpidos programas de reality show, o la novela de las diez de la noche. Solo con el fin de controlarnos cada vez más y no dejarnos pensar en lo que realmente estaba pasando afuera.

En medio de todo este caos, escuche en la radio que Estados Unidos había sido atacado. Un edificio completo en Nueva York fue pulverizado por jets de combate F-17. Los jets no fueron reconocidos pero Estado Unidos afirma que es otro cobarde ataque de México.

Tras un día de viaje, estábamos en Nuevo León, Monterrey. Nos detuvimos para descansar un poco, recoger provisiones y combustible. Íbamos en una camioneta: mi amigo Alberto, su tío Adolfo, mejor conocido como “el führer” (líder del cartel), Jorge el primo de Alberto y hermano de Ashley, otros cuatro tipos que no conocía pero se veían rudos, y yo.
Estábamos comiendo un poco, cuando de pronto se escucho un gran estruendo como si fuese un rayo cayendo justo en frente de nosotros. Alzamos la mirada y vimos una formación de aviones de combate. Eran demasiado grandes como para ser jets de pela. “¿Son jets?” Pregunte. Me respondió Alberto: “no, son aviones bombarderos, cuyo único objetivo es destruir grandes hectáreas de terreno.”

Asustados, nos tratamos de esconder donde pudimos, pero de repente los escuchamos menos y cada vez menos, hasta que ya no los oímos por completo. Me asuste mucho esa vez. El simple hecho de escuchar el motor de esos monstruos me estremecía la piel.

Posteriormente, nos refugiamos en una casa de un conocido de por allá. Estaban arreglando todas sus armas, preparándose para dar el salto final. La verdad, no sabía que me daba más miedo: si salir a las calles y escuchar el estruendo de los aviones, viendo tanques del ejercito trasladándose hacia el norte, o quedarme con esas personas que me daban miedo simplemente por su forma de hablar, por la forma en que todo lo relacionaban con la muerte y las drogas. Sabía que eran todos narcotraficantes, hasta mi amigo Alberto apenas se estaba iniciando, pero muy dentro de mí sabía que no tenía otra opción. Si quería llegar a Estados Unidos a salvo, tenía que permanecer con esas personas hasta el final.

Después de terminar de enlistarnos, seguimos nuestro camino hacia el norte, siempre cuidándonos de no ser detectados por el ejército mexicano y mucho menos por aviones estadounidenses. Lo último que escuche decir de “el führer” fue que se estaban preparando enserio. Me pareció oír también que estaba esperando más tropas en la frontera con Estado Unidos, que por su hija lo valía, y que si era necesario sacrificar mil hombres, estaba dispuesto a hacerlo.

Después de cuatro horas de traslado por fin llegamos casi a la frontera con Estados Unidos. Llegamos a un punto exacto donde nos esperaba un grupo pequeño de personas armadas, y después de identificarnos, nos dejaron pasar a una enorme bodega subterránea. Para mi gran sorpresa; me encontré con un gran número de personas, con toneladas de drogas, y con mucho armamento militar, suficiente para satisfacer un ejército por completo de mil hombres.
Sin previo aviso, “el führer” me saco de la camioneta, me apunto con una pistola y yo estaba aterrado de miedo. “¿Creíste que sería tan fácil? Todos somos parte de la misma familia. Antes de que sigas con nosotros, veremos si tienes lo que se necesita para ser parte de la familia.”  Fue lo que me dijo inmediatamente después de sacarme de la camioneta. Después me dio la pistola y me dijo: “¿ves a ese hombre de allá?... Mátalo.

“¿Qué? No puedo hacerlo” respondí con un nudo en la garganta. Después me dijo: “bien, lo hare yo, y después te matare a ti. La vida se basa en la supervivencia. ¡Decide! Tu o él.” Me quede callado, no sabía qué hacer, estaba tan asustado, pero no iba a renunciar a mi promesa, así que tome el arma, la sujete firmemente, temblando apunte donde se encontraba aquel tipo, cerré los ojos, y… dispare.

Abrí los ojos. Después de someterme a tal presión, ahora todo estaba tan calmado. “No puede ser que haya matado a un hombre” pensaba en mi interior. Recuerdo como la sangre cubría mis pies. Fue una sensación tan escalofriante. No sé porque, pero muy en mi interior: había sido una sensación plenamente satisfactoria.

“Ya eres de los nuestros” me dijo Alberto, estrechándome la mano. La verdad no tenía idea de lo que había hecho, pero ahora ya pertenecía a un grupo que me podría ayudar a buscar a mi madre.
Segundos después, nuestro líder Adolfo, recibiría una llamada informándole un ataque de Estados Unidos sobre baja california, y también la desmantelización de toda la red eléctrica del país. En esos momentos, se fue toda la energía eléctrica. Estábamos completamente a oscuras en la bodega.

“Esto será un pequeño problema, pero no nos impedirá llegar al otro lado” exclamo Adolfo. Así que recogimos un par de lámparas, armamento, provisiones y nos dirigimos hacia un túnel que conducía a Estados Unidos. De repente se escuchaban más y más aviones sobrevolando nuestro territorio. Tenía miedo, no sabía lo que estaba pasando, ni lo que estaba a punto de hacer. Solo espero llegar a mi objetivo y no morir en el intento.

lunes, 17 de octubre de 2011

Aun amanece gratis


3era entrada. final

(02 de Enero 2012)
Después de saber la muerte de mi padre, me quedó un nudo en la garganta, no sabía qué hacer. Mi madre se enfrentó a una lucha legal. Por varios días trató de averiguar lo que realmente paso con mi padre en Estados Unidos. Se armo con algunos abogados, con una historia creíble y con el apoyo de nuestro país.

Mi madre tuvo que salir por unos días a Nueva York. Me pidió que no me involucrara más es este asunto, que ella se encargará sola, y que cuide la casa en su ausencia.

(12 de Enero 2012)
Han pasado ya casi dos semanas desde la partida de mi madre. Me habla seguido para saber cómo estoy y me cuenta que es un verdadero relajo allá, que se ha convertido en un conflicto nacional y que ya hasta salió en las noticias.
Mi madre se encuentra con otras cinco familias con casos similares: “Brutal asesinato de familias en el extranjero”. Lo similar es que eran todos mexicanos en suelos estadounidenses y la escusa de su gobierno era la misma: “Eliminan peligrosa banda de criminales”. Todo esto yendo muy lejos. Solo esperó que no pase nada grave.

Al día siguiente, despertando de mis sueños, se me hizo extraño no escuchar el teléfono por la llamada de mi madre todos los días. Preocupado le hablé a la vecina que se encontraba apoyando a mi madre en Estados Unidos. Me dijo que no tenía comunicación con ella desde ayer en la noche.

Posteriormente encendí la computadora, la televisión, la radio para encontrar cualquier tipo de información relacionada con mi madre. Hasta que escuche en las noticias un acontecimiento realmente lamentable: ”Mueren 20 personas en Estados Unidos. Entre ellos están 4 menores de edad, 10 policías estadounidenses, 5 civiles y un mexicano, que al parecer, causó toda esta desgracia”

La nota describe que un hombre de nacionalidad mexicana exploto una jefatura de policía con una pequeña granada o bomba casera, según describen, sin razón alguna. El Gobierno de Estados Unidos tomó cartas en el asunto rápidamente, acusa a México de un ataque terrorista, afirma que hay más cómplices y pide la captura de cualquier mexicano en suelo estadounidense relacionado con este acontecimiento.
A la vez, México niega cualquier atentado en contra del país de las barras y las estrellas. También describe las acciones de su gobierno como “Des humanas”
La cosa esta que arde entre las dos naciones.



Investigando más a fondo encontré, en un portal de internet, que el hombre Mexicano que se exploto con la jefatura de policía era inocente. La página web describe sus más recientes acciones trabajando en una pastelería en Nueva York, y como fue inculpado su gobierno. Muestra videos donde claramente se ve sometido por policías Estadounidenses, y en un descuido, saca un artefacto explosivo y grita sus últimas palabras:
“¡Ya no mas desigualdad!”
Misteriosamente después, intente abrir de nuevo la pagina, pero esta había desaparecido.

Angustiado, recibí una llamada a media noche, ¡era mi madre! Me dijo:
“Mi amor, solo tengo pocos segundos. Me detuvieron autoridades estadounidenses, por el simple hecho de ser mexicana, estoy muy asustada, no sé si pueda regresar, solo quiero que decirte que te quiero”…
(…)
¡No puede ser! ¿Qué había pasado con mi madre? Un escalofrió recorrió todo mi cuerpo. Estaba completamente solo y no sabía qué hacer.


La siguiente mañana me arme con mis cosas más importantes, con mucho valor, y me decidí a buscar a mi madre. Aunque no sabía por dónde empezar.
Momentos después, recibí la visita inesperada de mi amigo Alberto, desesperado, me dijo que buscaba alimento, ropa, agua y cualquier cosa necesaria. Me explico que Estados Unidos está por declararle la guerra a México, que si no nos damos prisa todo lo que conocemos será destruido y que él no se iba a quedar con los brazos cruzados.


“¡La guerra nos ha alcanzado! Iré con mi tío y otras personas a la frontera con Estados Unidos, antes de que arrasen con las ciudades importantes de México. Buscare a mi prima que se encuentra allá y la traeré de vuelta.” Es lo que dijo Alberto al explicarme lo que pretendía, y si pensarlo dos veces le dije: “Voy contigo.”

Me enliste para ir a la frontera con E.U. para de alguna forma pasar al otro lado y buscar a mi madre que se encontraba allá, traerla de vuelta y encontrar un lugar seguro donde podamos estar.
Todo esto suena a una gran locura, pero yo tengo fe en mí, en las personas con quien voy a viajar y en mi país. Resulta que el tío de Alberto, no solo tienen contactos importantes en Estados Unidos, si no que, es uno de los lideres de un cartel importante en México. (Con razón siempre tenía dinero mi amigo). Me explicaron que su hija Ashley estudiaba en Nueva York, pero con todo este conflicto la detuvieron. Están aplicando en serio la nueva ley de impureza racial en Estados Unidos, donde describe que: será detenido cualquier persona de nacionalidad latina o mexicana en territorio estadounidense.


Alberto y su tío Adolfo, mejor conocido como "el führer", (por honor a Adolf Hittler.) quieren recuperar a Ashley a cualquier costo, sin importar quien se cruce en su camino. Para esto, tienen el apoyo de varios de los grandes carteles en México, de muchas personas dedicadas dispuestas a todo, y están armados hasta los dientes. No tenía idea con el tipo de persona que me estaba involucrando, a lo que se dedicaban, y a cuantas personas habían matado anteriormente, pero eso no me importaba. Ahora solo quería llegar a Estados Unidos con la ayuda de estas ellos, buscar a mi madre y si tengo que matar a uno que otro gringo: “que así sea”.

domingo, 9 de octubre de 2011

Crónicas: el principio del fin

Final 2nd Entrada


(02 Enero 2012)
Todo comenzó hace tres años: una mañana después  de las fiestas de fin de año, todo parecía normal como otro año más que llega a su fin. La verdad me la pasé muy bien. La comida, el alcohol, las fiestas, y la convivencia familiar no se hicieron esperar. 
Al parecer lo único malo de toda esta celebración, es el terrible dolor de cabeza al día siguiente, ocasionado por el excesivo consumo de bebidas alcohólicas.

Lo bueno es que yo ni tomo, aunque sí me sentía un poco mareado. Puede que haya sido por la comida de anoche, o las vueltas que me dieron al bailar salsa con mis amigas, o creo que fue el brindis con sidra de anoche. No lo recuerdo muy bien, solo sé que me la pasé increíble.

Al día siguiente, me desperté a las cuatro de la tarde, solo porque mi madre casi me obligó a que bajará, si no hubiera seguido teniendo mi cita con la almohada. 
Al bajar, noté que todos tenían en sus rostros una mirada atónita, como si estuviesen fuera de la sala de espera de un hospital a punto de recibir una mala noticia y yo en mi interior no quería saber de qué se trataba, pero el silencio de todos me intrigaba mas. 


Tenía que saber qué sucedía, aunque me daba miedo preguntar. Hasta que mi madre se me acercó, con lágrimas en los ojos me dijo: tu padre falleció...
¿Qué? ¿Cómo? ¿Por qué? ¡No juegues!
Fueron mis palabras al recibir la noticia, y mi madre sin muchas ganas de hablar, se limitó a abrazarme y a consolarme. La verdad, no sabía cómo reaccionar. Creía que todo era una broma de mal gusto. Estaba aferrado a esa idea. 
Pero de pronto se esfumó al ver la melancolía de todos bajando la mirada. Pero sobre todo, al ver la tristeza en los ojos de mi madre.
 No era una broma y no sabía qué hacer. Así que, salí corriendo de allí, sin mirar atrás, hasta encontrar un lugar que me brindara un poco de paz, ahora que tanto la necesitaba.

Tal vez fue un poco precipitado lo que hice, pero ¿qué reacción esperas de alguien al recibir esa clase de noticia? No sabía que pensar. Mi padre, estando en el extranjero, había muerto. Apenas si lo veía. ¿Cómo puede ser posible? Si hace dos días hable con él. Me preguntó qué quería para mi cumpleaños, que estaba algo corto de efectivo pero que vería la forma de conseguirlo.
 Ahora me siento tan culpable por lo último que le dije. "Pues quédate otro tiempo allá, hasta que me consigas lo que te pedí." Que idiota fui.

Regresé a casa confundido, desanimado, triste, quería saber que había pasado. Tenía la tonta idea de siempre vengar a mis seres queridos. Como aquella vez que un tipo empujo a mi hermano y yo sin pensarlo: me lance a golpes con él. Había hecho algo por mi familia y esta vez no iba hacer la excepción. Quería llegar al fondo de esto.

Mi madre me explico todo. Dijo que unos policías estadounidenses le habían disparado y a otros cinco mexicanos que se encontraban en la calle. Dijo que la vecina que conocía bien a mi padre vio todo, y minutos después se comunico con sus familiares para informar lo cometido. Ella dice que simplemente los vieron afuera de su casa, celebrando, con una bandera mexicana en las manos y que sin preguntar, abrieron fuego sobre ellos. Dijo que momentos después llegaron un tipo de agentes, vestidos de negro y que no dejaron que nadie se acercara. Ella estando en el tercer piso en su ventana, pudo percibir muy bien lo acontecido.

Lo más extraño que ella describe, es que en las noticias locales de Nueva York felicitaron a policías locales por matar a una peligrosa banda que se dedicaba al secuestro y al narcotráfico.
¿Cómo es posible? ¿Mi padre narcotraficante? Fue una duda que surgió al escuchar todo esto. ¡No puede ser! Eso es imposible; fue lo que acordamos mi madre, la vecina que estaba en el teléfono y yo: mi padre no es narcotraficante.
Fue cuando investigando, encontramos una nueva ley que se estaba implementando en Estados Unidos. Es autorizada el uso de la fuerza bruta y armas de fuego contra el crimen. Ya no es delito si matas a alguien, si este es un criminal.
Todo esto me parece muy extraño, ¿una nueva ley contra el crimen? No lo creo. No se lo que pase, solo que llegare al fondo de todo esto.
 El tiempo lo dirá…